¿Alguna vez has escuchado hablar de las islas Eolias? Si todavía no conoces este paraíso siciliano, sigue leyendo y te sorprenderás.
Las islas Eolias fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace ya más dos décadas. Y no es para menos. Este archipiélago italiano, ubicado en el mar Tirreno, reúne todo lo que uno pudiera desear en el paraíso eterno: paisajes volcánicos, calas y playas de locura, puestas de sol, poblados prehistóricos y, cómo no, una gastronomía que nos hace salivar.
Lipari, Salina, Vulcano, Stromboli, Filicudi, Alicudi e Panarea son las siete islas sicilianas que forman este conjunto terrenal de ensueño. También llamadas Eólicas, estas pertenecen a la provincia de Messina y cuentan con unos 14.000 habitantes repartidos por todas ellas. Se puede acceder fácilmente desde Sicilia y desde Nápoles y Calabria, en ferry o en hidroplanos que además hacen los servicios de traslado entre islas. Su origen es volcánico, aunque solo los volcanes de Stromboli y Vulcano se encuentran activos actualmente.
Además de sus maravillosos paisajes, estas islas son conocidas por dos denominaciones de origen que crecen en sus tierras: las alcaparras y la malvasia, un tipo de uva que da lugar a un vino aromático y dulce. De su gastronomía, destacan esos platos que abanderan la auténtica dieta mediterránea. El totano es una especie de calamar que en los restaurantes suelen servir all’eoliana, es decir, cocido con tomate, alcaparras y cebolla. También se usa como condimento de la pasta o relleno de una mezcla de pan rallado, perejil, ajo, orégano y aceitunas. Como postre, no te puedes perder los famosos nacatuli, pasteles rellenos de pasta de almendras y aromatizados con malvasia, canela y cítricos.
Lipari
Es la más grande de todas las islas Eolias. Cuenta con un puerto muy concurrido, por lo que es sencillo llegar y también hacer excursiones a las otras islas. En Lipari no pasa desapercibido su castillo, que se eleva sobre el mar y en el que sus visitantes distinguirán el estilo neogótico y los restos romanos en la fortificación, entre otras corrientes artísticas. La imponente Catedral de San Bartolomeo es otro de los puntos claves de visita. Es de origen medieval, aunque fue reconstruida en la época española y dotada de una nueva fachada. Junto a otros monumentos históricos, puedes completar la visita comprando una entrada para acceder al Museo Arqueológico Eoliano.
Por supuesto, la considerada capital de las Eolias ofrece unas maravillosas playas y calas donde disfrutar de un día de sol, mar y toalla. Algunas opciones son las de Canneto, Porticello y Acquacalda.
Otra de las curiosidades es que en la costa noreste de Lipari, entre Capo Rosso y Porticello, se encuentran unas cavas de piedra pómez y obsidiana. Puedes alquilar un coche o una moto que te lleve por todos los rincones de la isla y ahí, concretamente, verás cómo la costa se vuelve literalmente blanca.
Panarea
Viajamos de la más grande a la más pequeña de las hermanas eólicas. Panarea es considerada la isla más exclusiva y una de las más bonitas. Andar por las calles de su capital, San Pietro, es como entrar en un sueño: casas blancas adornadas con terrazas cubiertas de flores y plantas y rincones donde cobijarse bajo la sombra de los árboles frutales.
En sus aguas atracan yates lujosos que buscan desconexión y aguas turquesas. Para los que busquen bucear, la mejor opción es cala Junco, una de las más populares, y si la opción es tumbarse en la toalla, la respuesta es Calcara o la cala Zimmari, la única de arena..
Panarea está formada por numerosas islotes -más que probablemente creados como consecuencia de las erupciones volcánicas- como Basiluzzo, Spinazzolla Bottaro y el grupo de las Formica, entre otros. Si te animas a alquilar una lancha u otro tipo de embarcación, podrás asomarte a Basiluzzo, a 3 kilómetros al norte, y conocer sus aguas y los restos de lava superpuestos que evidencian el paso del tiempo.
Tampoco olvides hacer una visita al interesante pueblo prehistórico de Capo Milazzese que data de la Edad de Bronce.
Vulcano
A unos 25 km al norte de la isla de Sicilia, Vulcano registra varios centros volcánicos -como su propio nombre indica- y uno de ellos activo en la actualidad. El principal reclamo de la isla es la visita al enorme cráter, el Gran Cráter de la Fosa, al que se llega en apenas una hora y se suele ir en grupo o en una de las excursiones programadas. Conviene evitar las horas centrales del día donde hace especial calor y puede resultar muy cansado.
Las tranquilas aguas de Gelso y Cannitello, bañarnos en la playa de arena volcánica de la bahía de Sabbie Nere y dar paseos en barco completan una visita donde tampoco puede faltar una visita a la Pozza dei Fanghi, en la zona del puerto de Levante. Allí podrás cumplir con el ritual de cubrir tu piel de barro y recibir sus propiedades naturales.
Salina
Bonita isla donde se conectan los pueblos de Santa Marina Salina, Leni y Malfa. En este caso, como en el resto, se recomienda alquilar un moto que te permita llegar a rincones naturales increíbles como Punta Percioto y su arco natural sobre el mar.
Dominada por los restos volcánicos del Monte dei Porri y el Monte Fossa delle Felci, Salina destaca por su amplia red de senderos para adentrarte en su naturaleza, además de por ser el escenario de películas como El cartero (y Pablo Neruda), de Michael Radford.
Entre sus playas destacan la de Pollara, que da nombre al pueblo que la alberga, donde darte un buen chapuzón y fotografiar los caprichos de la naturaleza que la rodean. Para los amantes del playeo, la del Scario es otra buena opción.
En la lista de must de los espacios recomendados en Salinas son imprescindibles las termas romanas en Punta Barone, en el extremo norte de Santa Maria Salina, o visitar algunas de sus deliciosas bodegas si eres un fan del vino italiano.
Alicudi
Es otra de las piezas de las islas Eolias de Sicilia y solo está compuesta por un cono volcánico: el Filo dell’ Arpa, al que se puede acceder por tramos de escaleras un tanto empinados. Es la isla menos poblada y apenas cuenta con algunas casas, además de la Iglesia de San Bartolomé, que dibujan su mapa ausente de carreteras. El puerto Scallo Della Palomba, situado al suroeste, es el punto de entrada, donde atracan preciosas y pintorescas barcas de colores.
La única playa accesible a pie es la del puerto de Alicudi. Para el resto deberás hacerte con una embarcación, pero merecerá la pena. Si quieres descubrir la fauna marina, llévate unas gafas de bucear y disfruta de la visita viendo los escollos Galera y su flora. También haz una parada para descubrir las Timpone delle Femmine, una serie de grandes grietas en la roca donde se dice que las mujeres encontraron refugio durante las incursiones piratas.
Filicudi
Otra de las islas pequeñas del archipiélago y la más occidental del archipiélago. Filicudi es conocida pr su vegetación típica de helechos y por su naturaleza salvaje. Perfecta para senderistas que deseen descubrir lugares históricos curiosos como aldeas antiguas. Una de ellas, ya abandonada, es la de Zucco Grande. Si te gusta caminar y estás en buena forma física, uno de los retos de tu visita a Filicudi es, sin duda, llegar al Monte Fossa. La isla también ofrece otras sorpresas arqueológicas, como los poblados de la Edad del Bronce de Capo Graziano y Filo Braccio.
En tu visita a Filicudi marca en tu itinerario un paseo por Pecorini, el centro neurálgico de las actividades económicas con una de las playas más populares del mismo nombre, así como la playa de Capo Graziano, amplia y soleada.
Stromboli
Reconocida por los cinéfilos como el título de uno de los filmes de Rossellini, Stromboli es la más oriental de las islas Eolias y una de las más impresionantes. Es conocida por su volcán aún activo -de hecho, da algún que otro susto con pequeñas erupciones de lava- cuyo cráter se puede visitar en un paseo tranquilo y enriquecido por la belleza de las vistas panorámicas.
Su casco urbano -formado realmente por un conjunto de pedanías- cuenta con pequeñas y bonitas calles adornadas de buganvillas y repleta de comercios locales. Destaca la Iglesia de San Vincenzo Ferreri como monumento histórico.
Otro de los lugares de visita obligada es el Semáforo de Punta Labronzo, un observatorio desde el que se pueden presenciar erupciones volcánicas y flujos de lava a lo largo de la Sciara del Fuoco. Puedes disfrutar de las vistas de esta depresión, a lo largo del flanco norte del volcán desde Punta Corvo.
En cuanto a las playas, una de las más curiosas por las piedras negras que la distinguen es la playa de Scari, situada cerca del pueblo de San Vincenzo. La playa de Aeolus, con su espectacular cueva, es otro lugar ideal tanto para relajarse como para hacer snorquel.
¡No te pierdas lo último de nuestro Blog!